- Música religiosa:
Canto gregoriano:
El canto llamado gregoriano, inicialmente canto cristiano es un tipo de canto llano (simple, monódico, sin saltos: movimientos por grados conjuntos y con una música supeditada al texto) utilizado en la liturgia de la Iglesia Cristiana Roma, aunque en ocasiones es utilizado en un sentido amplio o incluso como sinónimo de canto llano.
HISTORIA.
Deben rastrearse sus orígenes en la práctica musical de la sinagoga judía y en el canto de las primeras comunidades cristianas. La denominación canto gregoriano procede de atribuírsele su recopilación al Papa Gregorio Magno, siendo una evolución del canto romano confrontado al canto galicano. Debe aclararse y entenderse que el canto gregoriano no fue compuesto ni siquiera recopilado por el Papa Gregorio I Magno. Fue a partir del siglo I que empezó a asociarse su nombre a este compendio musical, sobre todo a partir de la biografía de Juan el Diácono Desde su nacimiento, la música cristiana fue una oración cantada, que debía realizarse no de manera puramente material, sino con devoción o, como lo decía Pablo de Tarso era San Pablo: «Cantando a Dios en vuestro corazón». El texto era pues la razón de ser del canto gregoriano. En realidad el canto del texto se basa en el principio de que, según San Agustín. El canto gregoriano jamás podrá entenderse sin el texto, el cual tiene prelación sobre la melodía y es el que le da sentido a ésta. Por lo tanto, al interpretarlo, los cantores deben haber entendido muy bien el sentido del texto. En consecuencia, se debe evitar cualquier impostación de voz (sin sobresaltos) de tipo operístico en que se intente el lucimiento del intérprete. Del canto gregoriano es de donde proceden los Modo gregorianos, que dan base a la música de Occidente. De ellos vienen los modos mayores y menores, y otros menos conocidos.
- Música profana:
Trovadores:
Se conocen unos 350 trovadores de procedencia social muy diversa, desde algunos de los personajes más importantes de su época, empezando por el primer trovador conocido, Guillermo de Poitiers al Papa Clemente IV o el famoso rey de Inglaterra Ricardo Corazón de León (que antes de presidir la corte inglesa fue duque de Aquitania y conde de Poitiers), a otros personajes de la nobleza como el catalán Guerau de Cabrera, vizconde de Gerona y Urgel; hasta llegar a trovadores famosísimos de origen humilde, como era el caso de Marcabrú, que empezó como juglar. Han llegado a nuestros días pocos casos de trovadores mujeres ("trobairitz" o trovadoras), siempre de la nobleza, de entre las que destaca la Condesa de Día En el caso de los trovadores de más alta posición, la creación literaria era un ornamento más y un ejercicio de ingenio, mientras que los procedentes de clases más humildes dependían de su habilidad para sobrevivir y prosperar: la "amiga" a la que dirigen sus escritos es muchas veces la esposa de un señor importante que les permitirá entrar bajo su protección; de esta manera insertan el concepto de amor hacia una dama superior al trovador, considerada su "señor", lo cual refleja un sistema de relaciones feudo-vasalláticas, en las que el enamorado se imagina como rendido vasallo. Pese a estas diferencias sociales había una tendencia a considerarse como iguales entre ellos ya que compartían una misma actividad, aunque fuera con finalidades diferentes. Esto no quiere decir, claro está, que no fueran conscientes del lugar que cada uno de ellos ocupaba en la jerarquía de la sociedad de la época, y algunos de ellos, como Raimbaut d'Aurenga marcaban la distancia mediante un lenguaje enrevesado (trovar clus) y lo oponían a un estilo más ligero defendido por otros autores como Giraut de Bornelh (trovar leu). Aun así, el hecho de ser trovador suponía un prestigio que hacía que les fuera permitido aconsejar a grandes señores y disfrutar de una confianza que en otras circunstancias no habrían tenido. El oficio de trovador fue especialmente bien considerado durante el siglo XII, pero ya en el siglo siguiente algunos trovadores se quejaban de la carencia de prestigio y de que no eran acogidos como antes en todas las cortes. La guerra contra los albigenses y la batalla de Muret supuso también un impedimento importante en la difusión de su arte. Aun así algunos consideran que el arte de la trova se desplazó hacia los nuevos autores de la lírica galaico-portuguesa y la italiana, que tuvo su auge en los siglos XIII y XIV. En general todos tenían una buena formación. Todo indica que creaban tanto los textos como la música que los acompañaba. Eran poemas que se caracterizaban por la imposición moldes estrictos de métrica y versificación, que no podían improvisarse y requerían una elaboración lenta y mediante la escritura. Casi todos estos autores habían estudiado el trivium (gramática, lógica y retórica —que implicaba el conocimiento de las poéticas grecolatinas—) y el quadrivium (aritmética, geometría, música y astronomía). Además seguían los tratados sobre la lengua y el arte de trovar que fueron apareciendo en su tiempo. Entre estos documentos podemos mencionar Razos de trobar de principios del siglo XIII, de Ramon Vidal de Besalú, Reglas de trobar (1289-1291) de Jofre de Foixá, el enciclopédico Lo breviari d'amor (1288-1292) de Matfre Ermengaud, que se centra sobre todo en el amor y su tratamiento y no en los aspectos gramaticales estrictos. En el siglo XIV, con el fin de revitalizar el mundo y la poética de los trovadores, Guilhèm Molinier escribió las Leys de amor (1328-1337, versión en prosa). Ya a finales del siglo XIV y durante el siglo XV empezaron a aparecer los primeros tratados destinados a los poetas en lengua catalana, entre los cuales destacan el Torcimany de Lluís de Averçó y el Libro de concordancias (1371) de Jaume March (tío de Ausias March). La poesía y la información que se conserva acerca de los trovadores ha sido transmitida por los cancioneros, puesto que algunas de estas composiciones y textos contenían datos biográficos que estos poetas daban sobre sí mismos.
Troveros:
Se llama troveros o también en su forma francesa trouvères a los poetas-compositores que durante la Edad Media compusieron sus trabajos en lengua de oïl, que eran los dialectos romances hablados durante la Edad Media en la mitad superior de la actual Francia. El término se contrapone con el término trovador (trobadours en provenzal) con la que se designa a los poetas-compositores en lengua d'òc, que era el conjunto de dialectos hablados en la mitad sur de Francia aproximadamente. Han llegado hasta nosotros 2130 poemas aproximadamente, y también la música de aproximadamente dos terceras partes de los mismos.
Minnesänger:
Minnesänger es el nombre con que se denomina a los trovadores germanos que en los siglos XII y XIII recorrían la actual Alemania. Estaban unidos en comunidades o hermandades. Estos cantores tenían mucho en común con los trobadours (trovadores) provenzales (del sur de Francia). Como ellos, cantaban generalmente acerca del amor cortés ('de la corte', no popular), del que proviene el término alemán minne). Muchos de los minnesängers más conocidos son notables también por su poesía épica.
Juglares:
Un 'juglar', no confundir con bufón, era un artista del entretenimiento en la Europa Medieval, dotado para tocar instrumentos musicales, cantar, contar historias, leyendas o romances de guerra. La finalidad en su labor era ganar dinero a la voluntad y gusto de la gente por su actuación. No eran muy comunes las juglaresas porque, a diferencia de los hombres, se las respetaba menos y al no conseguir mucho dinero con sus actuaciones se acababan convirtiendo en prostitutas, que era de la manera en que las veía la gente desde sus comienzos. Se diferenciaban de los trovadores por sus orígenes más humildes, por tener como propósito entretener y no ser autores de sus versos, porque generalmente eran copias de versos de trovadores arreglados por ellos mismos, aunque sí existían quienes componían sus propias obras. Dentro de la primera etapa de la Edad Media entre el siglo X y la primera mitad del siglo XIII predominaban los juglares épicos (poetas cultos en realidad) que normalmente recitaban tiradas y fragmentos de poesía narrativa o biográfica. A partir de la segunda mitad del siglo XIII y en el siglo XIV predominan más los juglares líricos que recitaban la llamada «poesía cortesana». La diferencia entre estos dos términos es que los primeros se dedicaron más que nada a la composición, aunque a veces interpretaban sus propias obras, como lo hacen los cantautores en la actualidad. Éstos músicos-poetas recibieron el nombre según su lugar de origen: trovador en el sur de Francia, o minnesänger en Alemania. Escribían sus canciones en lenguas vernáculas y los temas fundamentales fueron el amor cortés y el espíritu caballeresco de los héroes de las cruzadas. Por otra parte los juglares hacen referencia a cantores, pero también a saltimbanquis, lanzadores de cuchillos, equilibristas, domadores, etc. Eran meros intérpretes, artistas ambulantes cuyo arte solía incluir la declamación, el canto y la música instrumental En la Crónica General de Francia se hace mención de los juglares; algunos asistieron a las bodas de las hijas del mio Cid. En tiempo de Alfonso X el Sabio se multiplicaron tanto que llamaron la atención de la corte y fueron objeto de disposiciones particulares en las leyes, como en la La Ley 4º, título VI, Partida 7º en que se les declara infames. También por la Ley 3º, título XIV, Partida 4º, se prohibía a las personas ilustres que tuvieran por barraganas a juglaresas ni sus hijas. Por lo que se ve, el arte de representación no era infame en sí mismo sino por las personas que lo ejercían. Posteriormente se introdujo en las iglesias y sirvió para las solemnidades religiosas conocidos como juegos de escarnio y posteriormente los teatros, que fueron los ensayos primitivos de la poesía dramática en España, los cuales imitaron la licencia de obra y procacidad de aquellos juegos. En el siglo XV es cuando se conoce la primera pieza dramática evolucionada de los juegos de escarnio titulada Danza de la muerte o danza general que entran todos los estados de la gente, escritas en coplas de arte mayor y atribuida a Rabino dos Santos. No obstante esto hasta el último tercio del siglo XV no empezó a tomar la poesía dramática una forma determinada con las composiciones de Juan del Encina.
Goliardos:
El término goliardo se utilizó durante la Edad Media para referirse a cierto tipo de clérigos vagabundos y a los estudiantes pobres pícaros que proliferaron en Europa con el auge de la vida urbana y el surgimiento de las universidades en el siglo XIII. La mayor parte de ellos estudiaron en las universidades de Francia, Alemania, Italia e Inglaterra. No obstante, la figura del goliardo puede rastrearse hasta épocas muy anteriores. Ya en el siglo IV, el concilio de Nicea condenaba a un cierto tipo de clérigos de vida licenciosa que podrían equipararse al goliardo (Vagans). En la Regla benedictina y en otros textos canónicos posteriores se vuelve a mencionar a la figura del clérigo vagabundo y ocioso.
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